La Intermundial Holobiente participa en documenta fifteen intermediando la creación de un documento intermundial para documenta: El Libro de las Diez mil Cosas.

Este libro parte de la premisa de que la interpretación del mundo no es prerrogativa de la conciencia intencional humana, de que no todas las historias (narraciones) son humanas y de que ni siquiera las más interesantes lo son. Porque creemos que todo lo que existe deja huellas, que todo lo que existe emite e interpreta signos, hemos querido imaginar esas historias relacionales, multiespecies y mutuamente contaminantes, sin convertirnos en portavoces ni representantes. Este libro es una invitación a rastrear las huellas que dejan las diez mil cosas, expresión que es sinónimo de miríada y de totalidad de entidades existentes en la tradición china.

La realización de este libro comenzó con una pregunta peculiar: ¿cómo se leería un texto escrito por autores no humanos? Siguiendo esa premisa nos abocamos a crear colectivamente un documento para documenta.

El primer paso fue elegir un hábitat imaginario para su autor no humano. Elegimos un área del Parque Karlsaue que no está bajo el cuidado de sus jardineros y en donde todas las formas de vida se co-regulan. Los jardineros lo llaman “Theaterschlag”. Aquí prospera un ecosistema en un baldío, formado entre grandes pilas de suelo, producto de los desechos de compostaje de plantas que provienen de la Blumeninsel Siebenbergen. También es el único lugar del parque donde el “Aue” –el humedal que fue esta tierra antes de que se convirtiera en parque– reaparece cada invierno, cuando surge en la superficie la napa freática que corre por debajo del parque.

Tratamos a este sitio como un archivo no humano legible al que podíamos hacerle preguntas. Invitamos entonces a algunas personas en Kassel a «leer» sensorialmente el espacio. Estudiantes de arte y literatura, científicos, amantes de la naturaleza, el personal del Ottoneum –el Museo de Historia Natural de Kassel–, jardineros e historiadores se unieron a nosotros en la aventura.

Así comenzaron a aparecer algunas de las diez mil cosas: el pasto que comen los elefantes en el trópico y que es considerado peste; el sonido de un cuervo agitando sus alas; el barro que envuelve los pies; los hongos xilófagos; la ardilla, el murciélago y el ganso egipcio; el recorrido de las semillas exóticas del jardín botánico de Siebenbergen; el Aue como humedal perdido; el joven elefante encadenado en el parque luego de trabajar de decorado en la ópera de Kassel; el paisaje representado mezclado con su representación; la turba en el pigmento del color “tierra de Kassel”; la supernova avistada por Wilhem IV en 1572; las palabras extranjeras anotadas en el año 810 en la piel de un ternero; el hongo que vive dos días antes de transformarse en tinta; la célula de embrión de perro que aloja en el compost a todos los mundos; la distancia entre el parque y los planetas. Podrían haber sido otras, podrían haber sido cualquiera, podrían haber sido muchas más, pero no.

Este conjunto de entidades les fue presentado como ‘compost creativo’ a un grupo de siete artistas y siete escritores para comenzar a ‘conversar’ creativamente en Argentina.

Establecimos con ellos algunas reglas de juego:

-En este libro, el texto escrito por los autores no humanos ocupa la parte central de las páginas, por lo que su espacio debe permanecer en blanco.

-Aunque no podemos ver el texto central, nuestra hipótesis de trabajo es que podemos leerlo si intentamos traducirlo, interpretarlo o comentarlo en co-respondencia con otros. Leer es siempre co-responder, es decir, asumir con responsabilidad la agenda de una entidad otra con la que nos encontramos. Estas correspondencias se plasman en este libro en forma de paratextos: notas a pie de página, marginalia, glosas, epígrafes, imágenes visuales, apéndices, índices, etc.>

-No hay un tema general predeterminado en el libro, sino que las posibles unidades de sentido emergen del ejercicio colectivo de correspondencia entre los lectores.

-Este libro no tiene fin. Leerlo es seguir escribiéndolo e imaginándolo. Para que aparezcan las diez mil cosas hace falta que cada lector siga creando en sus páginas nuevos paratextos, notas e imágenes.

Se trata entonces de un trabajo que, al ir desde los bordes hacia el centro, subvierte la posición tradicionalmente dominante: es la agencia no humana la que pasa a la posición central, mientras que la humana queda reposicionada en la periferia de los márgenes. La ficción es la estrategia que privilegiamos para acceder y dar formas provisorias a lo posible, un modo de ampliar lo real haciéndole lugar a la fábula, al mito, a las muchas maneras en que el lenguaje crea realidad, además de ser creado por ella. Si la ficción es la estrategia, la traducción es la herramienta que elegimos para mediar entre todas las formas de lo extranjero.

El libro de las diez mil cosas es el resultado de ese proceso múltiple y colectivo. Es un libro que se puede pensar de muchas maneras. Es en sí una creación holobiéntica, una entidad conformada por una pluralidad de entidades diversas que interactúan y conviven. Puede verse también como la proyección momentánea de una especie de objeto poético multidimensional y polifónico, hecho de palabras y de imágenes que se reorganizan constantemente, del que el orden en que lo presentamos es un momento de una combinatoria continua.

Es decir, no sabemos muy bien cómo se lee este libro. Aunque sí sabemos que hay que hacerlo sin dejar de tener en cuenta el blanco que lo acompaña desde el principio, leerlo sin olvidar que el de este libro es un contenido hecho de textos e imágenes que a su vez son lectura de ese texto principal invisible. Quizás este libro sea una canción cuya letra son los paratextos y su melodía el texto central en blanco, ese silencio escrito que no deja de hablar. Invitamos a ustedes lectores y lectoras a seguir ese trabajo de traducción y a inventar sus propios procedimientos de lectura, inventar sus propias lenguas holobiénticas para poder leer. Tal vez se trata de un libro que pide justamente eso: inventar una lengua nueva que funcione como instrumento no de escritura sino de lectura. En todo caso, es un libro que pide también ser leído pausadamente y con atención. Tal vez en un epígrafe, en una breve nota al pie, en una referencia bibliográfica, pueda detectarse una leve vibración, el inicio y la presencia de un mundo.

___________________________________________

La versión original del libro en castellano fue editada por La Intermundial Holobiente y encuadernada en Argentina por Sol Rébora. El diseño es de Gustavo Ibarra.

Participaron del mismo Erica Bohm, Virginia Buitrón, Gabriela Cabezón Cámara, Lucas Di Pascuale, Tulio de Sagastizábal, Carla Grunauer, Reynaldo Jiménez, Guadalupe Lucero, Anahí Rayén Mariluán, Leticia Obeid, Sergio Raimondi, Luis Sagasti, Ral Veroni, Susana Villalba, and the intermundiales themselves.

N. de la Ed.
Para más información sobre la exposición de El libro de las diez mil cosas en documenta fifteen, por favor seguir este vínculo.
Para información actualizada sobre El libro de las diez mil cosas, por favor seguir nuestro perfil de Instagram